Las consecuencias de la pasividad
Publicado el 28-04-2010 , por Lex Column
Las acciones tienen consecuencias, pero también la pasividad. A esta conclusión está llegando la eurozona de la peor forma posible. La interminable agonía sobre el paquete de rescate a Grecia ha convertido lo que parecía una crisis periférica grave, pero que tenía solución, en una crisis de confianza de todo el bloque de la eurozona.
La falta de solidaridad de los miembros del bloque ha llegado a tal punto, que el Fondo Monetario Internacional es el único intermediario que goza de la credibilidad suficiente para dirigir el rescate.
La noticia que llegaba hoy desde Berlín de que el FMI podría ampliar la ayuda a Grecia a €120.000 millones de euros pone de manifiesto que esta realidad comienza a ser una evidencia.
De no materializarse esa ayuda, los riesgos de daños colaterales se incrementarán, echando por tierra uno de los aspectos más sorprendentes y que más desapercibidos han pasado de esta crisis: la relativa ausencia de contagio a otros mercados. A pesar de las señales que apuntaban en la dirección contraria, sobre todo el drástico aumento del diferencial entre los bonos de los países periféricos y los alemanes, hasta esta semana, los mercados de valores no habían reaccionado negativamente a esta crisis. Pero Grecia no tiene por qué ser el próximo Lehman Brothers. Representa solamente el 3% de la economía de la eurozona.
Aunque será necesaria una reestructuración de su deuda, la operación no tiene por qué ser destructiva. La grave situación de Grecia pone de manifiesto una tendencia más perniciosa en la eurozona, que podría tener consecuencias mucho más graves que el propio impago de la deuda griega: la aparición de una economía de dos velocidades dentro de la propia zona euro.
En lugar de la convergencia en las soleadas mesetas de la calificación “Triple A” que los artífices del euro auguraron, se ha producido una divergencia: en competitividad económica, política fiscal y, ahora, en calificaciones crediticias.
El descenso de Grecia al territorio de los bonos basura pone en entredicho la deuda denominada en euros. Estas dudas afectarán a la demanda, lo que, a su vez, repercutirá en la liquidez de los mercados. Seguramente disipe los rumores de que el euro acabaría por sustituir al dólar como moneda de reserva mundial.
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