En 1959 el profesor Juan J. Linz dirigió la primera encuesta “moderna” que se levantaba en España. Era sobre los “empresarios” (gerentes y propietarios) de cierta importancia, situados en las zonas españolas más industrializadas. Los resultados se hallan recogidos en el libro de J.J. Linz y A. de Miguel, Los empresarios ante el poder público (Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1966) y en docenas de artículos de revista. La encuesta se realizó con el patrocinio de la Escuela de Organización Industrial de Madrid. Era una de las contadas escuelas de negocios que entonces funcionaban en España.
La fecha de 1959 coincidió con el Plan de Estabilización. Era una respuesta pública a la fuerte crisis económica que atenazaba entonces a la débil economía española. Se trataba de pasar rápidamente de una etapa autárquica (los restos de una economía de guerra) a otra liberalizadora en lo económico. La crisis se resolvió con la devaluación de la peseta, una fuerte inflación y una drástica contención de los salarios. Se salió airosamente del estancamiento. En pocos años se consiguieron las tasas de expansión económica más altas de toda nuestra historia, antes y después de la fecha indicada. Uno de los resortes de ese crecimiento estuvo en la actitud modernizadora del empresariado. Lo más positivo fue que la liberalización económica de los años sesenta condujo a la apertura política de los años setenta y, en definitiva, a la Transición democrática.
Medio siglo después, en 2009, Iñaki de Miguel y Gonzalo Martínez de Miguel han dirigido una nueva encuesta que traza el modo de pensar de los directivos empresariales. Se recoge en el reciente libro El modo de pensar de los directivos (Madrid, INFOVA, 2010). No es una estricta réplica de la anterior, porque las circunstancias son muy distintas. Pero hay un hecho que se repite. Ahora hay también una fuerte crisis económica. La diferencia está en que el Gobierno actual no puede o no sabe tomar las medidas adecuadas para resolver la crisis. El Gobierno no tiene competencia para devaluar la moneda. Los sindicatos ponen el veto a cualquier reforma laboral. La moral del esfuerzo de la población está por los suelos. Las cifras de paro son más altas que las de cualquier otro país industrial.
En la encuesta de 2009 los directivos son todos profesionales, incluso los que tienen una relación profesional con la empresa. Hay varones y mujeres. Además, esa distinción por el sexo no cuenta mucho para distinguir las diferentes mentalidades. El análisis establece relaciones entre los distintos tipos de directivos. Es impresionante la riqueza de datos que resulta. Resumo una pequeña muestra de los resultados más sorprendentes del estudio de INFOVA:
-Los directivos son muy móviles. Han trabajado en varias empresas y están dispuestos a irse a otras, incluso al extranjero.
-A pesar de las nuevas tecnologías, los directivos viajan mucho. Los viajes frecuentes no parece que cansen mucho y tampoco inhiben la comunicación telemática.
-Los más estresados son los directivos que utilizan dos teléfonos móviles.
-Los conflictos interpersonales en el trabajo se acusan más en los varones, los que trabajan con más estrés.
-En plena crisis económica hay una alta proporción de directivos optimistas.
-Son mayoría los que interpretan la crisis como una oportunidad para que la empresa mejore.
-La mayor parte de los directivos se sienten comprometidos con la ética del esfuerzo.
-En contra de lo que suele pensar, el estrés no es una epidemia de la mayoría de los directivos empresariales. También es cierto que el estrés afecta algo más a las mujeres.
Una de las claves para resolver la actual crisis económica es potenciar este núcleo de los directivos empresariales. De ellos se puede aprender que la crisis es también la ocasión para tomas nuevas iniciativas productivas. (Precisamente, la palabra “crisis”, en griego, equivale a la “decisión definitiva”, la que puede cambiar el curso de los acontecimientos).
Lo peor de la crisis actual (como la de los años treinta) está en que los gobernantes españoles la han reconocido tarde y mal. Las medidas tomadas recientemente no van a ser efectivas. Lo peor es la indecisión a la hora de reducir el gasto público poco productivo o el mantenimiento de los privilegios de los sindicatos. Harían bien los gobernantes en enterarse de la adaptación a la crisis que realizan los directivos empresariales.
El gran error de los gobernantes de la II República fue la polarización extrema de las dos Españas ideológicas. Con ello se tapaba el desconocimiento y la incapacidad para resolver el paro de la población activa. Desgraciadamente, ese error histórico se vuelve a reproducir ahora. En lugar de ese rumbo equivocado, los políticos tendrían que aprender de la capacidad de gestión de los directivos empresariales. En definitiva, “España, sociedad anónima”. Si la imagen irrita, tanto mejor.
Amando de Miguel es catedrático de Sociología.
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