Así no podemos seguir
La reunión de Zapatero y Rajoy ayer por la mañana ha confirmado que el primero no se entera de lo que pasa y que el segundo ha de pasar de la proposición a la acción. Un encuentro con foto incluida para anunciar una nueva ley de Cajas que no sabemos como será y la aceleración de la reestructuración del sector cuando las decisiones están en manos de las Comunidades Autónomas es más que nada contraproducente e inmediatamente se ha podido comprobar por la reacción de los mercados. En cuanto a vender como un gran logro que Gobierno y oposición están de acuerdo en el programa de salvamento de Grecia está bien como chiste. Todo el mundo sabe lo qué hay que hacer para salir del hoyo en el que estamos atrapados: la puesta en marcha de un severo ajuste presupuestario aplicando la tijera al Capítulo I y al gasto corriente, la reforma de las pensiones modificando la edad de jubilación y alargando el período exigido de cotización, el saneamiento y fortalecimiento del sistema financiero y la dinamización del mercado laboral agilizando la entrada y la salida y flexibilizando los convenios. Después, naturalmente, hay otras medidas a medio y largo plazo, pero las cuatro citadas deberían haber sido acometidas hace por lo menos un año. Zapatero está instalado en la ensoñación y en la pasividad, lo que nos lleva aceleradamente a la ruina. Cada vez que dice que España no es Grecia damos un paso en dirección a serlo. Por tanto, Rajoy, a partir de la evidencia de que con Zapatero no hay nada que hacer, se ha de poner las pilas. Un posible movimiento sería ofrecer al PSOE un pacto para el resto de la legislatura sobre un programa serio de recuperación de la confianza en la línea descrita si ponen a alguien con cara y ojos al frente de un Gobierno de gente competente. Otro consistiría en anunciar la disposición a constituir un Gobierno de gran coalición presidido por una figura socialista de peso y solvencia. Y un tercero, la presentación de la moción de censura para dejar claro que la situación es insostenible y que el Partido Popular es plenamente consciente de su extrema gravedad. Si el PSOE se empecina en la senda que nos conduce al abismo, por lo menos quedará en la retina de los españoles la imagen de una alternativa lúcida y dispuesta a todo para sacar al país del atolladero. Lo que es seguro es que así no podemos seguir y que una democracia madura ha de encontrar los instrumentos políticos e institucionales para defenderse de un incapaz que la arrastra a la catástrofe.
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