José María Castellano (La Coruña, 1947) tiene reservado un capítulo especial en la historia de la gestión empresarial española. Su papel en la creación y desarrollo del imperio Inditex, cuyo timón dirigió, de la mano de Amancio Ortega, durante 25 años, es estudiado en las escuelas de negocios de todo el mundo. Ahora preside Ono, la operadora de telecomunicaciones que, después de atravesar un periodo de graves dificultades, empieza por fin a ver la luz. Por su experiencia, Castellano es quizá una de las voces empresariales más autorizadas para hablar de la situación económica española. Su diagnóstico, desgraciadamente, no es clemente.
La imagen de España en el exterior está muy deteriorada. ¿Es justo el castigo que estamos sufriendo?
España no ha hecho los deberes. Nuestros problemas van más allá de la economía, aunque es obvio que la situación, en este sentido, es muy grave y afecta, sobre todo, a un colectivo de 4,6 millones de personas que están sin empleo. España, en realidad, tiene un problema de definición del modelo de Estado. También tiene un problema grave institucional y un problema de valores muy importante. Y luego, claro, está la crisis económica. Son cuatro problemas y hay que resolverlos a la vez.
¿Y por dónde empezamos?
Aquí tiene que haber un gran acuerdo nacional. De hecho, me parece increíble que no se haya logrado todavía. No sé de quién es la culpa, pero el que gobierna es el que tiene la responsabilidad. Hay que llegar a un gran acuerdo que nos permita redefinir y ajustar esta democracia que nos dimos en su momento y que nos ha servido durante tantos años, pero que ahora no nos permite estar a la altura de las circunstancias, porque el mundo ha cambiado mucho.
El plan de ajuste del Gobierno es interpretado por muchos como un primer paso en la buena dirección. ¿Es suficiente o habrá que hacer más?
Los planes son importantes, pero también lo es la forma de comunicarlos y la percepción que de ellos tiene la gente. Yo estoy en una compañía que, obviamente, es mucho más pequeña que un país, pero el modelo es el mismo. Aunque tengas razón, es fundamental convencer a toda la organización de que tu proyecto es el adecuado, para que te apoye. Aunque el presidente de la compañía y el equipo gestor se vuelquen, si la gente está remando en contra no hay nada que hacer. Yo creo que el ajuste del gasto se ha hecho con precipitación y encima se ha comunicado mal. En el tema de las pensiones la gente se pregunta si no se podrían haber tomado otras medidas antes que esa.
Pero el Gobierno lo que ha querido transmitir es que se están haciendo esfuerzos…
Aquí el esfuerzo que hay que hacer es el de un gran pacto de Estado entre todas las fuerzas políticas del país; pero no solamente sobre economía, sino sobre multitud de temas. Porque España, en cuanto a muchos aspectos de la democracia, se ha quedado atrás.
¿Es verdad que somos tan poco competitivos como dicen nuestros detractores?
En España hay compañías que se han adaptado a la nueva situación del euro, que son muy competitivas, como Inditex, Mango, Santander, BBVA, Repsol, etc. Grandes compañías que tienen unos modelos de gestión y unos equipos muy eficaces. Pero, en efecto, yo creo que el país tiene graves lagunas en cuanto a la competitividad, la eficiencia y la eficacia de nuestro modelo. Quizá el problema es que estábamos acostumbrados a devaluar la peseta en cuanto había algún problema y ahora eso no podemos hacerlo. Y eso nos ha llevado a tener unas tasas de inflación muy superiores a la media europea. Un diferencial de precios del 1% no es nada, pero si tenemos ese problema durante diez los productos españoles dejan de ser competitivos. Además, nuestra falta de competitividad no es solamente un problema de precio; es un problema de innovación, de imagen, de diseño...
Pero los mercados, ¿no cree que han sobrerreaccionado en el caso de España?
Hoy España tiene en el extranjero una mala imagen, con la que quizá, sí, se ha sobrerreaccionado en los mercados. Llegará el momento en el que esa sobrerreacción se corrija; pero en cualquier caso vamos a tener un diferencial en el tratamiento con otros países que sí han hecho sus deberes. Yo creo que el Estado tiene que crear las condiciones para que las empresas puedan ser competitivas. Y las condiciones no son solamente un problema de flexibilidad en el despido o en la contratación, sino que hay que crear condiciones también en todo lo que se refiere al sistema educativo, hay que acabar con el fracaso escolar, que es una salida de mano de obra barata, pero que también tiene un coste social y económico elevadísimo para el país. Respecto a las crisis de valores, hay una parte de la sociedad que está acostumbrada a hacer esfuerzos y otra a la que se le dan muchas cosas sin nada a cambio. Y eso habría que corregirlo desde la escuela.
¿Qué condiciones tienen que darse para que las empresas empiecen a crear empleo de verdad y a buen ritmo?
Las empresas, como cualquier persona, necesitan confianza en el futuro, que se vea un proyecto de país, de nación, que sepan que lo que se dice se hace. Y eso ahora no existe.
Y ahí es fundamental la reforma laboral…
Sí, pero yo creo que no hay que poner todo el esfuerzo sólo en un lado. La reforma laboral es importante, pero si hacemos sólo eso, en cinco años estaremos igual que ahora. La educación es la inversión más rentable que hay. Hace falta un proyecto de país que ilusione a la gente. En una empresa, en una familia, es muy importante tener personas en las que creer y que tengan un proyecto que ilusione y del que te hagan partícipe. La cuestión es dar ejemplo, tener autoridad moral para llevar a cabo los proyectos, y que éstos sean creíbles y beneficien a los que se lo merecen. Y creo que España en este momento no tiene proyecto, no está ilusionada.
¿Es posible un cambio de modelo productivo?
Sí, pero lo de España es mucho más que un problema económico. La ley de economía sostenible se debería haber pactado entre todas las fuerzas políticas, haciendo partícipe de ella a la sociedad, para que la gente se involucrase. Eso es muy distinto a aprobar una ley y ya está. Pero España está muy dividida, no está cohesionada, no tiene proyecto, no se le ve futuro. Y los responsables nunca serán los que están abajo, sino los que están arriba. En mi caso, si en mi compañía algo sale mal, el responsable soy yo.
¿Qué sector va a tirar ahora de la economía?
Yo creo que la construcción es otro ejemplo de lo que no se debe hacer. Posiblemente fue un error de los dos grandes partidos, porque ya se debía haber visto mucho antes que es una actividad cíclica y eso no te lleva al infinito. No se ve claramente qué sector puede ser el relevo.
Deberían ser las telecomunicaciones, o actividades con mucha innovación…
La innovación no es sólo un concepto económico; es también un concepto social. La sociedad debe comprender que una persona que ha estudiado Exactas no puede estar condenada a ganar 1.500 euros como profesor, mientras otro, por ser futbolista, gana 10 millones de euros al año. Los valores de la sociedad en algún momento tienen que cambiar. Pero esa es una reforma más a largo plazo que la del modelo productivo. El presidente de una compañía tiene que tomar decisiones que en un momento dado ni se entiendan ni se valoren, pero que van a producir efectos a medio y largo plazo. Si tú en una ciudad arreglas los jardines, lo van a ver los ciudadanos, pero si arreglas la red de saneamiento, lo mismo no se enteran, aunque sea necesario. Y en España, últimamente, se han arreglado demasiados jardines.
¿Le parece imprescindible la reforma financiera?
Sí, también, porque ha habido muchísimos abusos. Además, yo creo que el sector financiero ha adquirido mucho peso en la economía, no sólo en cuanto a porcentaje del PIB, sino en la forma de pensar. Es un sector de éxito, en el que mucha gente se ve reflejada. Y no es bueno que todos pensemos como banqueros. Eso sí, tienen una función social y de confianza, porque como decía el profesor Rojo, la banca se basa en un poco de dinero y un mucho de confianza.
¿Saldremos de la crisis?
Igual que se entra, se sale. Yo creo que la crisis va a ser más larga y profunda de lo que habíamos pensado. Aunque la economía crezca, bajar la tasa de paro va a costar mucho. Y todavía nos quedan dos o tres años más por delante.
La construcción ha absorbido mucho empleo no cualificado. ¿Qué pasa con esa gente?
Es muy importante reformar todo el sistema educativo y los valores de la sociedad, porque hemos sido un país de mano de obra barata muy poco cualificada y ahora vamos a pasar a ser un país intermedio ya no tan barato y, por lo tanto, los proceso productivos se desplazan. Necesitamos un cambio radical en el modelo productivo, pero eso no lo va a hacer ni el PSOE ni el PP; eso lo tiene que hacer el país.
Pero el país también necesita un guía…
¡Por supuesto! Sin guía no hay nada que hacer. Y los responsables son los que gobiernan.
¿Vendría bien una renovación política?
Sí. Pero no sólo en lo que se refiere al Gobierno. Hay que cambiar el modelo político.
¿Adelanto de elecciones?
Como la reforma laboral, es una parte del tema, pero no es el tema en sí mismo.
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