martes, 11 de mayo de 2010

La Crisis de Deuda

Desde las últimas semanas, el mercado viene advirtiendo lo que los políticos se niegan a reconocer: que ésta es una crisis distinta, una Crisis de Deuda. Y que no tiene solución, dado el nivel de endeudamiento de estados y sector privado. El Ted Spread está como en agosto de 2009, el Libor-OIS a niveles de septiembre de 2009 y el Vix donde el suelo bursátil de marzo de 2009, pero nuestras autoridades siguen sin querer ver la realidad.

La realidad es que Grecia no tiene capacidad de pagar su deuda, así reciba €110.000 millones en fondos, y que el impago de deuda soberana periférica y el colapso de todo el sistema en Europa están a la vuelta de la esquina. La solución no pasa por dar fondos sino por desmantelar y refundar la UME desde cero. Dado que esto no ocurrirá, sólo queda el impago y la restructuración de la deuda.

El problema con la Crisis de Deuda es que tiene efectos negativos sobre el resto de la economía. Lo que empieza como Crisis de Deuda, acaba en Crisis de Moneda, Crisis de crecimiento y finalmente, Crisis Bancaria. Las autoridades lo saben. En un estudio sobre países con crisis de deuda entre 1975 y 2000, el 94% de ellos sufrieron mente crisis bancarias.

Cuando sólo hay una crisis bancaria, la solución pasa por recapitalizaciones públicas y liquidez del Banco Central, pero durante Crisis de Deuda, cuando las entidades financieras tienen o se ven forzadas a adquirir deuda pública, los bonos públicos sufren tales correcciones que provocan la imposibilidad de usarlos como colateral (salvo que se cambien las reglas de juego) y el impago de la deuda acaba afectando al balance de las entidades financieras.
Una Crisis de Deuda también tiene un efecto negativo sobre el crecimiento del PIB e impide la recuperación económica por la negativa de los acreedores al “roll-over” de la deuda y a la necesidad de aplicar medidas restrictivas que implican un descenso brutal en el crecimiento y en las condiciones de vida de los ciudadanos.
En condiciones normales, adoptar medidas efectivas podría contribuir a la recuperación económica, al pago de la deuda soberana, al pago de la deuda del sector privado…El problema es que es tarde para estas medidas.

La solución, por tanto, pasa por evitar la incertidumbre, reconocer la incapacidad del pago de la deuda soberana y pedir su restructuración. De hecho, históricamente, una vez que se produjo el impago comenzó la recuperación. Así ocurrió en Ecuador en 1999, en Argentina en 2002, en Rusia en 1999, en Uruguay en 1990... La razón es simple: los mercados castigan la toma de medidas parciales, sin coordinación, sin dirección uniforme, pero una vez que se admite la magnitud del problema y se acuerda el pago responsable, la situación mejora.

El caso de España.

Sin embargo, la UE y los países continúan con las excusas. En el caso de España se dice que no hay problema porque tenemos un nivel de déficit reducido. Pero tener un déficit reducido no evita el impago. Países con menores niveles de deuda, menores niveles de déficit y menores niveles de deuda externa no pudieron pagar sus deudas.



Otra excusa es que otros países están en igual situación, lo cual no es cierto. Países con soberanía sobre la emisión de su moneda, que no están bajo una Unión Monetaria, en el que su Banco Central fija el interés, no tendrá problemas de impago porque monetizan su déficit (cosa distinta es que prefieran el impago). Ésta es la ventaja de Estados Unidos, Japón o Reino Unido sobre Grecia o España. Por ello, una de las razones del descenso de las Bolsas fue la negativa del Sr. Trichet a comprar deuda soberana cuando el mercado lo esperaba como solución para Grecia o España.

Para otros, España no se verá contagiada por el caso griego. Sin embargo, históricamente, los casos de impagos acontecieron por grupos. Cuando un país sufre un evento, el evento se transmite a un segundo país en un plazo muy corto y a partir de ahí, al resto de países del área. Países con mejores números fiscales al del primer país que sufrió el impago terminaron también siendo incapaces de pagar su deuda.

El coste político del impago. Verdades y mentiras.

Otra razón por la que los Gobiernos no declaran el impago y la restructuración de la deuda es por su coste político. Aunque el impago y la restructuración de la deuda duplica la probabilidad de un cambio de gobierno en las siguientes elecciones y en el 50% de los casos el presidente tiene que abandonar su puesto, no siempre ocurre así. De hecho, en algunos casos, el Gobierno que sufrió el impago obtuvo incluso más votos en las siguientes elecciones y conservó la Presidencia.



Puede ser incluso rentable electoralmente para un Gobierno que se produzca el impago. Si el coste social del impago es Do, la probabilidad que las medidas que el Gobierno adopte para evitar el impago tengan éxito es P y el coste de no tomar ninguna medida para evitar el impago D1, el Gobierno intentará el impago si Do > (1-P)* D1, es decir, si la probabilidad de éxito de que las medidas que tome es mayor que la diferencia entre el coste del impago hoy y el coste futuro.

Si el presidente es altruista y solo se preocupa por el bienestar de los ciudadanos, tomará medidas que les beneficien, incluso si ello supone que pierda las elecciones. Si el presidente sólo se preocupa por maximizar su utilidad y no la de los ciudadanos, no tomará las medidas para evitar el impago incluso si ello implica que los ciudadanos empeoren su situación. Si el presidente sabe que no perderá las próximas elecciones en ningún caso, tome o no tome medidas, el presidente no aplicará ninguna medida o aplicará medidas ineficaces al serle electoralmente rentable no evitar el impago.

Sólo queda la restructuración de la deuda.

Llegados a este punto (y desechadas las posibilidades que el BCE tome alguna medida, que Alemania decida ayudar con una reducción de su superávit, que se cree un mercado de bonos europeos o que rehaga la UME) sólo la restructuración de la deuda permitirá a países como Grecia o Portugal salir de la crisis (si es que ésa es la intención).

Esto supondría la creación de un nuevo proceso (fuera del Club de Paris) con 3 puntos:

un acuerdo entre el país deudor y todos sus acreedores por el cual durante un periodo de 6 meses el país “congelaría” los pagos y no emitirá más deuda hasta que se clarificaran las cuentas públicas, sus deudas y sus activos.
durante ese plazo, se evaluaría la cantidad de deuda que el país es capaz de pagar sin dañar a su economía y recibiría fondos del FMI para sus pagos a corto plazo. El Gobierno sólo tomaría sus decisiones después de consultar con sus acreedores y coordinaría un plan de restructuración con el FMI que podría involucrar quitas y/o reducciones de tipos. Se compensarían las deudas de distintos sectores y países entre sí.
aplicación de medidas correctoras a largo plazo (restructuración del sistema bancario, concentración de entidades, reformas educativas, políticas, judiciales…) que permitan al país el pago de la deuda sobre la base de crecimiento económico y competitividad, no sobre la emisión de más deuda.
Si Alemania y Francia quieren de veras que esta UME continúe, y a falta de reformas reales, la solución es la declaración de impago organizado de la deuda soberana y privada. Se paga lo que sea posible con los activos que se tengan, se reestructura el resto y lo que no se pueda pagar se condona. Se crea una hoja limpia para que la deuda y el “crecimiento” vuelvan a países y familias….y a esperar a la próxima crisis. Al menos tendremos una década de tranquilidad.

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