28/05/2010 | 14:51 h. 0 comentarios A
Hay quien dice que cuando las cosas están rematadamente mal, es imposible ponerlas peor. Pues mire usted por dónde. Tras un día negro como el de este jueves, donde Zapatero nos ha demostrado cómo se puede llegar al límite de la irracionalidad y traspasarlo para convertir el país en un auténtico erial. Tras un día como ese, repito, puede venir otro todavía peor. Y este viernes, la vicepresidenta económica, ésa de la sonrisa medio dulce medio sádica, -parece que la Señora Salgado no es capaz de poner la cara adecuada a la circunstancia, que no estamos para sonrisas, señora-, nos acaba de echar un nuevo jarro de agua fría.
Peor imposible. Un recortazo del techo de gasto de tal calibre como el anunciado impedirá, durante los próximos tres años, cualquier posibilidad de inversión y, por lo tanto, de recuperación. Por eso se recorta también las previsiones de crecimiento económico. Y como España es un país que necesita crecer por encima del 3% para generar empleo neto, pues otro jarro de agua fría. ¿Quieres caldo? Toma dos tazas guapo, parecen decir esos maravillosos economistas que se han instalado en el poder decisorio de las cosas del dinero del país. Las previsiones del paro, el tan temido paro, se incrementan, cuatro décimas para este año, y cinco para el que viene. ¿Alcanzaremos el 20% de la Población Activa? Pues todo parece indicar que sí.
Y así las cosas, todavía Zapatero va y dice que no pasa nada, que no cambia este Gobierno, campeón de la inutilidad dónde los haya, y dice que agota mandato.
Por Dios, ¿es que no hay nadie capaz de parar semejante desafuero? Zapatero tendría que haberse ido y no se va. Y encima recibe balones de oxígeno que nadie sabe de dónde se saca. Harían muy bien, de una vez por todas, CiU, PNV, PP y otros, en sentarse delante de una mesa y derribar de una vez por todas a este Gobierno. Porque, como sigan así las cosas, lo que hizo el pueblo con Godoy en el motín de Aranjuez, va a ser poco.
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