La ley de Okun que manejan los economistas consiste en el análisis de la variación de la tasa de desempleo y el crecimiento del PIB. Según expertos españoles, hasta que no se produzca en España un crecimiento del Producto Interior Bruto del 2,5% no se creará empleo neto y por lo tanto, esa variable macroeconómica seguirá deteriorando la situación hasta grados insospechados. Según la ley de Okun es completamente inútil que Zapatero espere a 2012 para celebrar las elecciones generales. No tendrá ni un solo asidero político (de ETA ya hablaremos). Y ocurrirá como en Grecia: sólo un gobierno nuevo puede acertar a darle rumbo al país cuando el anterior no se ha enterado de la crisis y pretende combatirla con cataplasmas. La jornada de ayer, que bordeó el pánico, es decisiva a estos efectos.
El PP -guste más o guste menos- ganará las elecciones, sean entonces (2012) o en otro momento. Y es mejor adelantarlas para que la inacción gubernamental no degrade más aún la economía española y nos ponga en el trance griego o portugués, del que estamos cerca. El pacto con el PP del que hablarán hoy en Moncloa Rajoy y el Presidente es sencillamente inverosímil: los prejuicios y apriorismos gubernamentales no permiten un plan de austeridad a la griega que es lo que necesita España, además de otras reformas estructurales que la derecha podría emprender y que este PSOE carece de legitimación política para abordar.
Las encuestas dan ganador a Rajoy
Si Zapatero pretende esperar a 2012, estos meses hasta entonces se pueden convertir para él en un infierno. Porque en el 2011 las elecciones municipales y autonómicas las ganará el PP en todos sus feudos actuales -incluidos Madrid y Valencia, ambos por mayoría absoluta, aunque Camps se caiga del cartel sustituido por Alberto Fabra-, recuperará Baleares, se impondrá en Castilla-La Mancha y no es descartable que pueda lograr la Junta de Andalucía. Por supuesto, Montilla y su PSC perderán las autonómicas catalanas de noviembre -tampoco se entiende que el presidente de la Generalidad no las adelante- y el PP se hará allí necesario después de que el Pacto del Tinell del tripartito se haya caído como un castillo de naipes. Mañana Rajoy estará con Montilla -adecuada flexibilidad interlocutora la del presidente del PP- y no habrá tampoco acuerdo en nada de lo que está en incandescencia en Cataluña: el recurso contra el Estatuto y la renovación del Tribunal Constitucional.
Las encuestas, sin el entusiasmo que algunos querrían, dan ganador a Rajoy de cualquier forma: El País, el pasado domingo, le entregaba una ventaja de más de 4 puntos (siempre el PP tiene voto oculto) y una desastrosa valoración del presidente del Gobierno, al que los ciudadanos atribuyen improvisación e incompetencia. Rajoy tampoco tiene buena valoración, pero en términos relativos, es mejor que la del presidente y resulta especialmente ilustrativo el dato de que el 52% de los votantes socialistas esté convencido de una próxima victoria del PP. La Razón, el pasado lunes, atribuye en su encuesta 170 diputados a los populares. O sea, que de un lado al otro, la victoria parece clara para la oposición y lo será con mayor diferencial si Zapatero se empeña en mantener una legislatura ya muerta.
El temario de asuntos que le pueden estallar al PSOE -que intentará prolongar la situación con cambios en el Gobierno- es abundante. No sólo el económico; también el político con una inminente sentencia del Constitucional que desarbolará el Estatuto catalán; un balance demoledor de la presidencia española de la UE y, ojo a este asunto, el estallido progresivo del llamado caso Bono que ha levantado La Gaceta pero que ha recogido Público en lo que parece una confirmación a la que no se ha sustraído ni El Mundo, próximo al presidente del Congreso. Además, el PSOE, internamente, está dividido y enfrentado (El País dixit). Volvemos de nuevo a la rara unanimidad sobre la descomposición de la situación. Y mientras tanto: la ley de Okun según la cual habrá que esperar años -hasta 2014, al menos- para crecer al 2,5% y crear empleo. Como el PSOE es partidario de la muerte (política) digna, parece indicadísimo que haya elecciones anticipadas. Cirugía, pues.
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