Este periódico revela hoy que su mano derecha y número dos del partido, José Zaragoza, figura en los papeles de Pretoria, en la documentación incautada por la Guardia Civil a la constructora Espais, una de las dos compañías supuestamente beneficiadas por las gestiones irregulares de Prenafeta y Alavedra. Junto a su nombre, aparece la siguiente anotación: “300.000 euros propuesta subrogación de hipoteca”.
Después de esta revelación, Zaragoza es un nombre más a añadir a los consejeros Castells y Nadal que deben ser investigados para aclarar su papel en la trama de comisiones ilegales y hacer frente a sus responsabilidades. No se entendería que la Justicia no pusiera el foco en este asunto con el mismo ahínco y exhaustividad con el que lo ha puesto en la trama Gürtel, por ejemplo. Máxime cuando José Zaragoza es hombre muy próximo a Montilla y ha sido perro de presa del PSC en sucesivas campañas electorales como encargado de comunicación. A su mente se le deben operaciones de puro juego sucio como la del famoso cartel de “si tú no vas, ellos vuelven”, en alusión al PP. Montilla ha apartado de este puesto a Zaragoza hace apenas dos meses, para encargar la comunicación a Jaume Collboni. A la vista de nuestras revelaciones cabe sospechar si el presidente de la Generalitat no quiso apartarle también de los focos en previsión del escándalo.
El nombre de Zaragoza es un suma y sigue en la lista de prohombres del PSC –del poderoso Antoni Castells al histórico Joaquim Nadal, del alcalde de Santa Coloma, Bartomeu Muñoz, al ex diputado Luis García Sánchez– manchados por el caso Pretoria. Que se añade, a su vez, a prebostes de CiU, como Alavedra y Prenafeta, medulares en la construcción del pujolismo y de la trama de corrupciones y silencios.
A sólo seis meses de las elecciones autonómicas, las filtraciones del sumario retratan a una clase política recorrida de arriba abajo por la corrupción. Con tentáculos que afectan a todos los partidos, que han demostrado que sabían arrumbar sus diferencias políticas cuando se trataba de lucrarse. Si el electorado catalán lleva años castigando con la abstención a su clase política, cabe pensar que las prácticas de pura mafia de los que ejercen el poder autonómico y partidista es algo evidente a ojos de la sociedad. Con todo, si el acumulado de dosieres tan abultados como el de Pretoria o el Palau de la Música no provocan un terremoto político es por dos tipos de complicidades: por un lado, la de oligarquía política, con vasos comunicantes de ida y vuelta entre nacionalistas y socialistas; y de otro lado, la de unos medios de comunicación pasivos o controlados férreamente por el poder. Sin salir de Pretoria, hombres como Alavedra o Prenafeta fueron los encargados de mediar con la prensa y repartir prebendas a cambio de silencio.
Las revelaciones de LA GACETA aportan una nueva luz a esa corrupción incubada desde el pujolismo y demuestran que el “oasis” catalán al que se refiere Montilla es de impunidad. Para los nacionalistas y sus allegados, Cataluña sólo ha sido un pretexto para el gran negocio, del “3%” en adelante. Irónicamente, la única perspectiva de bonanza que ofrece Pretoria radica en que el ya ex juez Garzón no tiene en sus manos el sumario.
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