jueves, 6 de mayo de 2010

España ante su crack

España será la próxima víctima de un crack en la zona euro. Esta afirmación la hace Olivier Blanchard, miembro del departamento económico del prestigioso Massachussets Institute of Technology (MIT), en un reciente artículo en The Economist titulado Beggar thy neighbour. La información habla de la recuperación alemana y del complicado horizonte que se presenta para nuestro país fruto de su baja competitividad.

Blanchard ve a España como la próxima víctima de lo que él llama “las depresiones que rotan bajo el euro”. A su juicio, la Unión Económica y Monetaria está caracterizada por la sucesión de booms y quiebras, cada uno en un país. Un típico ciclo stop-go empieza con un aumento localizado de la demanda, que lleva al incremento de salarios, pérdida de competitividad y finalmente a un descenso prolongado. Desde que los tipos de interés a corto plazo en la Eurozona no se adaptan a los ciclos individuales de cada país, la autoridad monetaria no puede atenuar ni los booms, ni los pinchazos.

Según el modelo de Blanchard, el crack migra a través de la zona monetaria de acuerdo a cambios en los costes salariales. Un largo periodo de incrementos en los sueldos por encima de la media, que no van acompañados de aumentos de productividad, dejará eventualmente al país en una significativa desventaja competitiva que puede llevar a España a la ruina.

Tal es el caso de España, donde el cóctel de salarios crecientes y una productividad inactiva nubla la perspectiva de una economía que, en la pasada década, ha crecido una media del 3,7% anual. A la información de The Economist no se le escapa que este crecimiento espectacular ha estado sustentado por los booms inmobiliario y de crédito, que son vulnerables a mayores tipos de interés. Y cita el informe en el que la OCDE señalaba la semana pasada que la alta inflación estaba minando la competitividad española.

Peligrosamente sobrecalentada

Para Blanchard, España está en un punto potencialmente peligroso. Un signo claro de disfunción es el déficit por cuenta corriente, que ascendió al 8,8% del PIB el pasado año, según la OCDE. De hecho, tenemos en estos momentos el segundo déficit por cuenta corriente más grande del mundo medido en dólares y nuestra economía parece, siempre según la revista, peligrosamente sobrecalentada. Por si fuera poco, la productividad por hora cayó el 0,5% el año pasado, continuando una tendencia negativa que data de mediados de los 90. Estos desequilibrios pueden plantear problemas, quizás, en una unión monetaria donde los costes de los ajustes salariales son altos. En América, por el contrario, esto se resuelve de forma menos dolorosa, porque los trabajadores se mueven de los estados más deprimidos a los menos.

En una Eurozona que disfruta últimamente de un raro periodo de optimismo, la bonanza no se produce en los 13 países que la integran por igual. La recuperación alemana supone un desafío para los países del sur de la Zona Euro. Sin la opción de la devaluación, la perspectiva a medio plazo para nuestro país parece menos que atractiva.

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