Carlos Salas.- Desde hace unos meses, el problema ya no es si el euro está débil, sino si va a desaparecer. Las presiones de los mercados han hecho correr el rumor de que la zona euro no está unida, que los desequilibrios son profundos y que es cuestión de tiempo que esto salte en pedazos.
Se ha culpado a los fondos especulativos de organizar un ataque premeditado contra el euro. Un artículo de The Wall Street Journal de febrero pasado explicaba que hay cenas de hedge funds (fondos especulativos) en las que se decide dónde se gana más dinero, y si la conclusión es que se gana más dinero apostando contra el euro, pues adelante. George Soros es uno de los comensales de esas cenas de zorros financieros y en febrero de este año dijo: “Si la UE no pone sus finanzas en orden, el euro se puede desintegrar”.
Pero la verdad es que los especuladores no están solos. Los ha acompañado la prensa anglosajona. En febrero de este año, el medio digital financiero norteamericano Business Insider parecía saltar de alegría cada vez que el euro se debilitaba o Europa zozobraba. The Wall Street Journal, Financial Times y The New York Times, así como webs financieras, también se han dedicado desde febrero pasado a levantar la alfombra europea, para mostrar toda la suciedad. “El euro libra su última batalla en España”, titulaba el WSJ. “Los traders apuestan contra el euro”, decía FT.
Para la prensa popular británica, la libra es superior al euro. “Buenas noticias: la libra sube en comparación con el euro”, titulaba en diciembre pasado Daily Mirror, uno de los mayores medios sensacionalistas británicos. En las recientes elecciones británicas, el candidato que mostrase demasiada simpatía por la Unión Europea o por el euro no era bien visto. Hasta Gavin Hewitt, redactor jefe de la sección Europa de la BBC, destacaba que la Europa del euro parecía un “torrente desbordado”.
¿Por qué tanta alegría por la debilidad del euro? Para los norteamericanos y para los británicos, tal cosa confirmaría lo mal que va el mundo sin ellos: los anglosajones. Y de paso, confirmaría que el euro y ese invento llamado Unión Europea eran castillos de naipes. Apostar contra la moneda europea era lo mejor que se podía hacer. Nada como la libra y el dólar.
La desintegración del euro ha sido un tema que ha ido tomando cuerpo en la prensa mundial, incluida la europea. El diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung imaginaba un escenario sin la moneda, y analizaba las consecuencias. En 2013, incapaces de asumir más deuda, y ante la quiebra de Grecia, la zona euro se dividiría en dos: por una parte alemanes, belgas, finlandeses y austriacos, y el resto, como podían. Un verdadero Götterdämerung.
Al filósofo Jürgen Habermas le debió de doler esta lectura, porque poco después escribía un artículo, que se publicó en El País, donde pedía a su Gobierno que hiciera un esfuerzo para mantener la cohesión, pues peligraba algo muy importante: el euro.
¿Y qué demonios le pasa al euro? Le pasa lo mismo que a un grupo de nadadoras sincronizadas cuando una de las chicas no sigue a las demás. Los jueces penalizan al grupo, y pierden posiciones. Lo mismo ha sucedido con el euro. No todas las nadadoras han seguido la disciplina de entrenamiento. Grecia tenía más déficit del previsto. España no contaba con un plan anticrisis creíble y la prueba es que el paro ha alcanzado cotas pavorosas y aumenta su déficit público. La disciplina del euro consiste en acordar que ningún país tendrá un déficit superior al 3% de su PIB, y ninguno extenderá su deuda pública más allá del 60% del PIB. Pero ni siquiera Alemania y Francia han sido disciplinadas en el pasado, pues en 2005 tenían un déficit fiscal de más del 3%. Para muchos, es la prueba de que el euro es un bluff.
Por eso, el momento que vive es uno de los peores de su corta historia. Un grupo de especuladores puede atacar la moneda europea con la misma facilidad que un grupo de zorros ataca a un conejo que cruza el campo. Para muchos no europeos, estamos viendo el preludio del fin de esa unión fraternal de europeos.
¿Cuál es el problema filosófico de la zona euro? El mismo que el de cualquier moneda: si quieres entrar en la cacería, tienes que aceptar las reglas de los zorros. Y ésas consisten en que se puede apostar contra cualquier moneda o se puede especular sin límites. La libra ya sufrió esos ataques de George Soros en 1992 y fue expulsada del Sistema Monetario Europeo. El baht tailandés y otras monedas asiáticas se devaluaron en 1997 por ataques especulativos y de nuevo salió a relucir el nombre de George Soros, salsa de todos los guisos financieros. Aunque no lo confiesen abiertamente, muchos de nuestros amigos saltarían de felicidad al ver cómo se desmorona el euro. Sería el fin del experimento económico más arriesgado de la Historia.
Si Soros lo hizo entonces, puede hacerlo ahora. Pero le costará mucho más porque la zona euro tiene anticuerpos por valor de 750.000 millones de euros. Lo cual demuestra que estamos viviendo otra gran batalla de las monedas y que hay munición de gran calibre.
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