El mercado del crédito sigue seco. Sobre todo para familias y empresas. Para las administraciones públicas, por el contrario, continúa viento en popa pese a la desaceleración que se ha producido en el último medio año. Aún así, el crédito al sector público crece todavía a un ritmo del 23,9%. O dicho en términos absolutos, como consecuencia de esa evolución, la deuda bruta del sector público se sitúa ya -en términos de Maastricht- en 576.553 millones de euros. Esto quiere decir que las administraciones públicas han captado en el último año -marzo sobre marzo- nada menos que 111.078 millones de euros para financiar sus cuantiosos déficit presupuestarios.
¿Y cuánto ha captado el sector privado? Pues según el Banco de España no sólo no ha aumentado su apelación al crédito sino que, por el contrario, se ha reducido. Hoy el crédito es menor que hace un año. En el caso de las empresas, disponen de 18.612 millones de euros menos que hace 365 días, mientras que las familias han visto como su endeudamiento crediticio se ha reducido en 3,319 millones de euros, hasta los 900.364 millones de euros. La conclusión es obvia. El sector público se ha comido todo el crédito disponible para los agentes económicos, pese a que representa apenas el 15% del producto interior bruto desde la óptica de la demanda. Es lo que los economistas denominan efecto crowding out, cuando el sector público expulsa del mercado de crédito al privado. Bancos y cajas prefieren prestar a las administraciones, cuyo riesgo de impago es menor.
Tímida recuperación
Los datos más detallados del Banco de España reflejan, sin embargo, un fenómeno nuevo. El racionamiento del crédito se está cebando especialmente en las empresas no financieras, que acumulan seis meses consecutivos con decrecimientos. Un -2,5% en abril en términos anuales. Por el contrario, se observa que el crédito a las familias se está recuperando, aunque de forma extraordinariamente tímida. De hecho, y como refleja el último informe del Banco Central Europeo (BCE), la mejora de la accesibilidad para la compra de una vivienda ha sido reforzada por una mejora simultánea de las condiciones de financiación, al descender los tipos de interés nominales de los préstamos a hogares para adquisición de vivienda en 2009. Al mismo tiempo, la tasa de crecimiento interanual de estos préstamos ha aumentado de forma constante, desde el 0,6% de septiembre de 2009 hasta el 2,6% de marzo de 2010.
El BCE matiza, sin embargo, que “aunque este factor podría apuntar a una estabilización del mercado de la vivienda”, la tasa de crecimiento de estos préstamos es mucho más baja que la alcanzada en el pico del último ciclo de precios de la vivienda de mediados de 2006, cuando los préstamos crecieron a una tasa interanual de más del 12%. En conjunto, sostienen los banqueros de Francfort, esta evolución de las rentas y del crédito sugiere que la demanda de vivienda está estabilizándose en la zona del euro.
En España, y según los datos del banco central, los préstamos para la compra de una vivienda suponen las dos terceras partes de los créditos destinados a las familias, y están creciendo únicamente un 0,4%, sensiblemente por debajo de lo que está creciedo en la Unión Europea. El suelo se registró en octubre, cuando sólo crecían un 0,1%, pero a partir de ese mes se ha recuperado muy tímidamente. Insuficiente, en cualquier caso, para dinamizar el mercado de la vivienda.
Un mercado que sigue lastrado por la situación de las empresas inmobiliarias, incapaces de reducir su endeudamiento. Hasta el punto de que en 2009 no sólo no redujeron sus deudas con bancos y cajas, sino que lo aumentaron en 5.274 millones de euros. De hecho, desde el cuarto trimestre de 2007, cuando el pinchazo de la burbuja era evidente, el endeudamiento inmobiliario ha crecido en algo más de 20.000 millones de euros. Algo que explica que deban todavía 323.306 millones de euros, prácticamente la tercera parte del PIB.
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