El rostro del dramático plan de austeridad fiscal en Reino Unido no es el del primer ministro conservador, David Cameron, ni el de su aliado liberal-demócrata y vice primer ministro, Nick Clegg. Quien ha sacado el hacha para recortar el déficit público en 113.000 millones de libras en cinco años y da la cara para explicar ese plan es George Osborne, ministro del Tesoro.
Con 39 años de edad, su apariencia engaña. De rostro pálido, pelo negro pegado a la cabeza, manos finas y gestos blandos, era conocido como Boy George durante su etapa como portavoz conservador de Economía en la oposición.
Su apellido también engaña. No tiene nada que ver (al menos en el árbol genealógico reciente) con la saga andaluz de los Osborne, ya que sus ancestros son irlandeses. Hasta ahora, pocos entendían que Cameron le hubiera dado la responsabilidad de liderar el área económica de los tories. Los financieros de la City le consideraban poco preparado e ignorante en cuestiones económicas; es un blanco fácil para los laboristas por su pertenencia a una familia aristócrata de clase alta y su educación refinada; e incluso dentro de los conservadores, muchos dudaban de su capacidad y nunca han tenido clara su verdadera ideología económica.
El 22 de junio, Osborne demostró porque fue elegido por Cameron al presentar en la Cámara de los Comunes unos presupuestos de emergencia, que incluyen desde una subida del IVA hasta una reducción de subsidios por invalidez, pasando por una nueva tasa a los bancos. En primer lugar, Osborne es un buen orador, capaz de presentar un ajuste durísimo sin despeinarse y vendiéndolo como algo inevitable forzado por el anterior Gobierno y la necesidad de evitar una crisis como la de Grecia.
En segundo lugar, su escaso apego a un dogma le permite combinar ajustes al estilo Thatcher con medidas de apoyo a las rentas más bajas y con escobazos a los malvados bancos. Y sobre todo, parece que no le importa quemarse. Al contrario que Gordon Brown, quien como ministro de Economía siempre persiguió ser el sucesor de Tony Blair en el puesto de primer ministro, Osborne parece conformarse con pasar de ser Boy George al Vérdugo de Westminster.
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