España y su presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, ocupan estos días muchas conversaciones en los pasillos de Stern, la escuela de negocios de la Universidad de Nueva York (NYU). Las medidas adoptadas por el Gobierno son bien recibidas por Thomas Cooley, un profesor afable, pausado y optimista nato. Cooley (Vermont, 1945), profesor de Economía y ex decano de Stern, considera que España saldrá adelante, pese a los errores cometidos hasta ahora. No obstante, afirma que su economía es la principal preocupación de los mercados y que la banca todavía despierta incertidumbres.
¿Cómo valora la situación de la economía española?
España, por su tamaño, es el gran problema que tiene hoy la economía europea. Todo el mundo habla de ella estos días y la coyuntura preocupa. Dañada por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y con un desempleo del 20%, se enfrenta a tiempos difíciles. El país, como Grecia, fracasó en sus intentos anteriores de reformar el mercado laboral y el sector público. Pese a que fiscalmente ha sido mucho más responsable que otros países de su entorno y que podrá gestionar bien el impacto de la crisis de la deuda soberana, todavía existen incertidumbres, como el sector bancario.
¿En qué sentido?
Los grandes bancos son percibidos como empresas sólidas, que nunca estuvieron altamente endeudadas y que fueron vigiladas con mucha atención por parte de los organismos reguladores. Pero todavía existen dudas en EEUU sobre la salud del conjunto del sector, sobre su exposición real a los créditos hipotecarios problemáticos y sobre el impacto que pueden sufrir por la crisis de la deuda soberana de otros países europeos. En cualquier caso, sería un problema de liquidez, no de solvencia. Creo que todo irá bien, aunque el país necesita que se produzcan quiebras de bancos. Hay que saber cómo afrontar este proceso, que las entidades puedan llegar a ser reestructuradas, cerradas o tomadas por otros, con un daño mínimo.
En este contexto, ¿qué opina de la estrategia del Gobierno socialista?
Los planes de ajuste y la forma de actuar de España, endureciendo las medidas, dan a entender que sabían que tanto el BCE como la UE iban a ser muy exigentes con el país en caso de que necesiten liquidez, como ya lo han sido con Grecia o Irlanda. Deben continuar con la reforma mercado laboral y la reducción del tamaño del sector público. Retrasar la edad de jubilación, rebajar los subsidios de desempleo y aumentar la flexibilidad en el despido. Para las empresas todavía es demasiado difícil realizar recortes de plantilla. Los cambios serán dolorosos, pero es evidente que sería mucho más duro sufrir las consecuencias de atravesar una volatilidad económica extrema.
Al margen de España, ¿qué país le preocupa?
Italia es el próximo en la línea de fuego. Aunque la gestión fiscal de su gobierno ha sido mejor que la de Grecia y su deuda es más interna que externa. El riesgo de contagio a otros países no es tan grande. En cualquier caso, se ha puesto de manifiesto que existen diferencias dentro de la UE entre los distintos países y distintas necesidades de financiación. Bruselas tendrá que lidiar con ello.
En EEUU economistas como Roubini pronostican el colapso de la Unión Europea y del euro. ¿Qué opina?
Esto no pasará. A nadie le interesa abandonar el euro. Hay países que piensan que por pertenecer a la UE han perdido margen contra la crisis, en términos de devaluar su moneda y de endeudarse más. Pero una vez que se ha realizado el compromiso, es muy duro dar marcha atrás. Los estados miembros deben ser aumentar su competitividad de otra forma, no devaluando la moneda.
El lunes, Otaviano Canuto, vicepresidente de Política Económica del BM.
No a reequilibrar el orden económico
Thomas Cooley es muy escéptico ante la necesidad de reequilibrar el orden económico internacional, objetivo que persigue tanto Estados Unidos como el G-20 (grupo que integra a las mayores potencias industriales del mundo y a las economías emergentes). Bajo esta premisa, los países exportadores (como Alemania y China) deben fomentar el consumo interno, mientras que los que más gastan (EEUU) han de potenciar el ahorro.
"Intentar dictar los flujos de capitales es erróneo. Los desequilibrios, aunque pueden llegar a ser problemáticos, no deben demonizarse. En ocasiones sólo están motivados por variables demográficas, como la población de un país. Hay que dejar actuar a los mercados", asegura el profesor de la escuela de negocios Stern. El académico es mucho más benévolo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que está asumiendo un papel muy activo en combatir la crisis y rescatar a los países con problemas. "Su actividad ha cambiado y para bien", indica Cooley.
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