De vocación, sepulturero
24.12.2010 -
TOMÁS MARTÍN TAMAYO
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QUÉ pena, parece que está descartado como candidato y que anda el hombre un poco tarumba. Zapatero es un pecio a la deriva, un estorbo, un peligro para la navegación en el mar picado de la política, pero puede salir en el récord de los Guinness, porque, salvo en las dinastías hereditarias, no creo que pueda encontrarse un espécimen tan insolvente, tan carente, tan limitado y tan vacío gobernando un país democrático. Sobre la conciencia de los que lo arropan, lo protegen y lo sostienen debe caer la responsabilidad compartida de haber destrozado millones de vidas, de ser la cabeza visible de los mayores recortes sociales de la historia, de haber enfangado la convivencia ciudadana, de haber resucitado los espectros del pasado y hundido a España hasta límites inimaginables. Nunca nadie hizo tanto mal en tan poco tiempo. Más que un retiro dorado lo que merece es que se le pidan responsabilidades penales por su gestión.
Si la larga etapa de Felipe González se cerró con corrupciones, latrocinios, mangoneos, mentiras, cal, ministros y gobernadores en la cárcel, y con una 'x' sobre los sumarios de crímenes de estado, la de ZP concluye con la desmoralización, la pobreza, la incertidumbre, la división y el desprestigio de España. Y si Rubalcaba fue el sepulturero del felipismo en el que tan activamente había participado, Rubalcaba, el mismo Rubalcaba, es el sepulturero de un zapaterismo que ha estado dirigiendo y vendiendo. Cayó Felipe y medio caído está Zapatero, pero Rubalcaba, el artífice de los momentos más indeseables de uno y otro, sigue ahí, como alternativa de sí mismo, como relevo de sí mismo y como regeneración posibilista de la degeneración que él mismo ha propiciado.
El PSOE rema, rema y rema, pero no se separa de la orilla de un Rubalcaba que, desde el puesto de mando, achicharra a los demás para él seguir a bordo de una nave, la socialista, que, por segunda vez en nuestra reciente historia, nos estrella a todos contra los acantilados. Zapatero está amortizado y Rubalcaba, pala al hombro, se prepara para darle sepultura definitiva, con los epitafios que él mismo escribió para Felipe González. Lo sarcástico es que Zapatero, que ha arruinado a España, se vaya mucho más rico que cuando llegó y con la pitanza garantizada para el resto de sus días. La suya nunca estará entre las familias desahuciadas.
Pero mientras tanto ahí sigue, cerril como una mula, aferrado a su mandato porque para él las evidencias no sirven y el desgarro de la calle no traspasa los muros de su castillo. España a la deriva mientras el nene se entretiene con el timón, sin tener brújula, ni rumbo, ni carta de navegación. La posibilidad de acabar con la agonía, convocando elecciones anticipadas es algo que no entra en su mollera de iluminado. Jamás lo hará mientras pueda chalanear, comprando en el mercadillo de los votos. Él juega y se divierte mientras España cae en la resignada meditación de Kette J. Oddam.
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