sábado, 18 de diciembre de 2010

Alemania nos Pone en Orden

A rastras y empujones de la Europa unida, singularmente de Alemania, y de EE UU, se ha ido consiguiendo que olvide ese suicida optimismo antropológico del que tanto ha presumido, esa jactancia provinciana al proclamar en más de una ocasión que la crisis no iba con los españoles y que nuestro país poseía un sólido sistema financiero, para ir introduciendo medidas correctoras: ni todas las necesarias, ni las más acertadas, ni provistas de la intensidad requerida. Zapatero parece rectificar a regañadientes, arrastrado por las circunstancias, como ahora que plantea un modelo flexible de jubilación a los 67 años. Es una parte del problema, no de la solución.

Al menos, nuestros socios europeos proporcionan respuestas que autorizan algún optimismo, para que la Gran Recesión no acabe en la Gran Depresión, tras la reunión en Bruselas del Consejo Europeo, en la que se han adoptado importantes decisiones sobre la ampliación del capital del Banco Central Europeo hasta casi duplicarlo, lo que contribuirá a blindar el euro y a crear una especie de fondo de rescate permanente para los países en graves dificultades, a proteger en definitiva la unión monetaria de los movimientos de los mercados. España no se encuentra libre de peligros. En realidad, no ha dejado de estar expuesta a los riesgos que harían necesario otro rescate, y que periódicamente se airean; no ayudan a contrarrestarlos la paulatina exhibición de los defectos de nuestro modelo económico, tampoco las torpezas del Gobierno Zapatero en su política económica y social, o su evidente descrédito internacional.

En lo que para algunos es un juego de fichas de dominó que se empujan unas a otras –Grecia, Irlanda, etc.–, los acreedores de España pueden estar altamente interesados en que el rescate se lleve a cabo, pese a que nuestra economía no está en situación de insolvencia, ni existan sólidas razones estructurales que lo hagan imprescindible. El rescate sería más bien la consecuencia de un proceso provocado esencialmente por presiones especulativas que no son en absoluto ajenas a consideraciones de desprecio político en la fase terminal del Gobierno Zapatero, y que son previsibles para los primeros meses de 2011, con las emisiones de deuda correspondiente. España ya está pagando por emitir deuda el precio más alto de la década. Sin embargo, el rescate tendría graves inconvenientes para toda la zona del euro, sin excluir en modo alguno a la misma Alemania –que en medios oficiales españoles es presentada de manera cerril unas veces como país villano y otras como país benefactor–, por razones monetarias y financieras, con posibilidad de nuevos contagios en otros países europeos.

Sin que nos duelan prendas reconocerlo, parece que para España ésta es la coyuntura idónea, por muy dolorosa que sea, para hacer de la necesidad virtud; para promover con seriedad y constancia las reformas urgentes de nuestro modelo económico y social, y para reconducir al país a esa onda de prosperidad de la última década del siglo pasado; se ha visto seriamente afectada ciertamente por complicaciones económicas de las que no se ha visto libre ningún país occidental, pero fundamentalmente los males se han acrecentado por la arrogancia y la incompetencia del Gobierno Zapatero. Probablemente la crisis internacional lo arrastrará consigo. Lo lamentable sería que arrastrara al país también

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