Mientras el crecimiento global está casi paralizado, los gobiernos se centran cada vez más en la política monetaria como último recurso para reactivar sus economías. La Fed ya ha señalado una mayor intervención en EEUU. Este cambio no sorprende a nadie, pues su economía se aproxima a un crecimiento estancado del 1,5 por ciento.
Espero que la Fed anuncie nuevos estímulos en noviembre, en una nueva ronda de flexibilización cuantitativa (QE) con la intención de debilitar el dólar restándolo del crecimiento de otros países, en la línea de lo que ha hecho Japón con muy poco éxito. La semana pasada, el Banco de Japón redujo tipos a cero y planea comprar activos. Es muy probable que vuelvan a intentar rebajar el yen, pues una divisa fuerte afecta al crecimiento. Sin embargo, para que la intervención del yen tenga éxito, tiene que estar apoyada por otras políticas. Habrá que ver si la última ronda de QE en Japón ha sido suficiente, en especial si China aumenta, aunque sea poco, sus compras de deuda japonesa.
Mientras la Fed y el BdJ entran en algunos mercados de países emergentes con la idea de devaluar sus monedas, el BCE toma una postura restrictiva. Una posible razón es que el IPC de la zona euro tiende al alza desde julio de 2009 y la inflación subyacente también aumentó durante el verano de 2010. Además de responder a las ahora divergentes tendencias de inflación, el BCE actúa con la idea de que su postura política es muy acomodaticia para economías más grandes como Alemania, que crece más rápido que la endeudada periferia.
En contraste, la Fed ha expresado su preocupación por las presiones deflacionarias subyacentes en EEUU. Según la Fed, la inflación está por debajo de niveles asociados a "máximo empleo y estabilidad de los precios". De hecho, tanto el IPC general como el subyacente han descendido en 2010. Teniendo en cuenta que EEUU está un poco por delante de la eurozona en este ciclo, el BCE se mantendrá, por el momento, más conservador que la Fed. Sin embargo, nosotros creemos que esa actitud va a hacer que las perspectivas de crecimiento de la zona euro no despeguen, causando la vuelta de la presión deflacionaria y llevando de nuevo a una respuesta política por debajo de la curva del BCE. Entre la QE2 de la Fed, la testarudez del BCE y una nueva guerra de divisas, el camino para salir de la recesión se presenta poco claro.
Nouriel Roubini es presidente de RGE y profesor de la Universidad de Nueva York.
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