De la Tasa Tobin al impuesto Zapin
Por Pablo Molina
José Luis Rodríguez Zapatero ha cursado visita a los Estados Unidos de Norteamérica acompañado de un séquito en el que brillaban de forma destacada Bibiana Aído, Jesús Caldera y Miguel Ángel Moratinos. La solvencia intelectual, la capacidad analítica y el talento geoestratégico al servicio de ZP en su enfrentamiento contra los poderes fácticos del capitalismo opresor.
Bueno, lo cierto es que, desde que nuestros sociatas se han dado cuenta de que, con sus préstamos e inversiones, son los que permiten que el PSOE siga gobernando España, los capitalistas han pasado de ser tachados de hez de la sociedad a "honrados inversores que con gran visión de futuro confían en Zapatero como gestor".
Además, ahora que en aquellas tierras bárbaras manda un progresista de la talla de Obama, no es plan de ir afeándole las compañías. Porque si Zapatero se arroba ante el poderío de Wall Street, lo de Obama con los que manejan el cotarro financiero entra ya de lleno en el terreno de lo escabroso: difícilmente ningún otro presidente norteamericano podrá llenar los bolsillos a los giliyupies de Manhattan a la velocidad con que lo ha hecho Obama, por supuesto a cuenta del contribuyente, que en eso los gobernantes progres de uno y otro lado del Charco resultan intercambiables.
Así pues, ZP ha acudido a la cuna del capitalismo a reñir a los ricos, pero sólo un poquito. En realidad, daría igual si hubiera endilgado a la audiencia de los foros en los que ha participado una catilinaria tronante trufada de la santa ira que atenaza al progre cuando se da cuenta de las dimensiones de su propio fracaso, porque el interés que despiertan los conocimientos de Zapatero, al menos entre la gente medianamente formada, es casi imperceptible.
El leonés, no obstante, haciendo gala de su habitual facundia, insistió una vez más en que la culpa de que tengamos cinco millones de parados y estemos al borde de la quiebra no es de la incompetencia supina de sus ministros y de lo calamitoso que es, per se, el socialismo, sino a que no hay suficientes progres al frente de las instituciones financieras para hacer mucha redistribución de riqueza y mucha justicia social.
Como ésa es, básicamente, la pueril tesis de Obama, los asistentes a sus charlas lo han archivado a beneficio de inventario. Ahora bien, con el nuevo impuesto a las transacciones internacionales que se ha sacado nuestro señor presidente de la manga, suponemos que algunos especialistas norteamericanos han empezado a sospechar que ZP no es tan brillante como dice Stiglitz, empleado del PSOE a tiempo parcial.
Los socialistas son monotemáticos con los impuestos. Con esa mentalidad suya, tan primaria, sólo son capaces de captar el efecto inmediato que provoca el establecimiento de una nueva tasa, que no es otro que el de llenar las arcas del partido en el poder. Las consecuencias a medio y largo plazo les traen sin cuidado, porque, como es bien sabido, los progres no pagan impuestos. Los imponen y los gastan, que es muy distinto.
Pero resulta que no están los tiempos para vaciar más el bolsillo de los ciudadanos, o al menos eso piensan fuera de España. Aquí la voracidad zapateril no parece tener límite, aunque el destino de tanto esfuerzo sea, a juicio de algunos expertos, financiar las majaderías del personaje. Por si fuera poco, aquí además tenemos que cargar con las autonomías, el aborto jurídico-político de la Transición, así que la ocurrencia de Zapatero de gravar con un nuevo impuesto las transacciones financieras nos da un poco igual. Total, muy pronto no nos va a quedar nada que transferir...
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