¿Hora de invertir en hedge funds y capital riesgo? La respuesta es...
@S. McCoy .-Experto financiero que escribe Valor Añadido. Es un incisivo analista que despertó el interés de nuestros lectores con sus brillantes y didácticos artículos sobre empresas, sectores y tendencias del mercado.
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@S. McCoy - 15/09/2010
Hay una regla de inversión bastante casera que dice que cuando el taxista te habla de lo que va ganando en bolsa, es momento de vender. De ese modo se identifica burbuja con generalización de la inversión descuidada, basada más en sospechas que realidades. Una norma que se podría aplicar del mismo modo a la banca privada y comercial: cuando el director de tu oficina te comenta productos de los que no has oído hablar antes, y que a duras penas entiendes, mejor que huyas de ellos como alma que lleva el diablo.
En 2006 y 2007 se generalizó la comercialización de estructurados, capital riesgo y hedge funds entre clientes particulares bajo la falsa promesa de los elevados retornos que tales activos habían generado en el pasado. Un argumento comercial válido, el del acercamiento de la sofisticación financiera al inversor minorista, que escondía un hecho cierto: el secreto de su éxito pretérito radicaba, precisamente, en la existencia de pocos actores, bien preparados y con visión a medio y largo plazo.
En la medida en la que la industria de la inversión alternativa se saturaba de gestores y flujos, las posibilidades de generar alpha, -esto es: retornos directamente atribuibles a la visión de mercado del que toma las decisiones-, o de encontrar compañías a unos múltiplos atractivos por criterios meramente operativos y no financieros, se reducían drásticamente. Su declive estaba anunciado… como así fue, momento en el que muchos descubrieron la iliquidez y su perverso efecto denominador sobre carteras diversificadas. Cuando el Smart Money vuelve, el Dumb Money va.
La correlación entre activos purga los hedge funds…
¿Hasta cuándo tal decadencia? He descubierto en los últimos días un par de artículos que indican que su final puede estar cerca. El primero hace referencia a los altos niveles de correlación entre los distintos activos en Estados Unidos -bolsa con renta fija, materias primas o divisas- y de los propios miembros del S&P 500 entre sí, en máximos desde 1987. Los gráficos que incluye la pieza son extraordinariamente reveladores. Un proceso que, como se puede apreciar, se inicia en 1998 con el nacimiento de los sistemas automáticos de ejecución de órdenes y crece con la generalización del uso de replicantes como los ETFs.
Intuitivamente cabría pensar que la uniformidad y una cierta direccionalidad son buenas para los hedge funds. Pero el hecho cierto es que no ha sido así. La sangría de 2008 y 2009, con reembolsos acumulados de 320.000 millones de dólares, apenas se ha contenido este año, consecuencia de los bajos retornos ofrecidos por la mayoría de ellos. Algunos históricos como Druckenmiller o Pellegrini ya han decidido cerrar el chiringo y disfrutar de un retiro dorado. Sin dinero, sin financiación, sin acierto estratégico en la asignación de activos y sin visos de repetir las remuneraciones pasadas (debido a la fiscalidad y al sistema de high watermark), son muchos los gestores que prefieren arrojar la toalla antes que seguir bregando.
Un proceso de selección natural que es, precisamente, lo que necesitaba la industria para emerger de sus cenizas. Factor suerte aparte, que también importa, cabe esperar un menor número de operadores pero más preparados, capaces de extraer de las nuevas dinámicas del mercado ventajas para sus partícipes, anticipadores de tendencias y liquidadores de realidades, consistentes en el tiempo. En definitiva, que se purgue tanta mediocridad envuelta en los ropajes del talento, tanta beta arropada por la ficción del saber hacer. Si es que James Altucher no tiene razón y todo no es más que una gran (e ilegal) mentira… en la que los datos de rendimiento están, además, trucados.
… y la falta de rentabilidad mata al Private Equity.
La segunda pieza es una reseña del último informe publicado por la National Venture Capital Association de los Estados Unidos. Un documento que revela cómo el retorno del Private Equity en aquel país es negativo en la última década. Un hecho que acontece por primera vez a finales de 2009 y que se acrecienta a lo largo del primer trimestre de 2010, momento en que desaparece el efecto positivo del boom de 1999.
Un hecho que el propio responsable de la asociación atribuye a la imposibilidad de materializar inversiones pasadas, con el mercado primario cerrado a colocaciones y el secundario muy condicionado por las dificultades para obtener recursos ajenos. Sólo la más reciente oleada de fusiones de compañías tecnológicas abriría una ventana de esperanza a tan darwiniana e incierta deriva. Se olvida, eso sí, de que gran parte de las compras realizadas en los últimos años de la burbuja respondían a criterios dinerarios y no de gestión, a actuaciones sobre el balance y no sobre la cuenta de resultados.
La industria espera una contracción hasta 2015, medida en términos de número de firmas, empleo generado y rentabilidad obtenida. Sin embargo, en capital riesgo se cumple la máxima menos es más y está demostrado que siempre las mejores rentabilidades han nacido de compras realizadas en momentos de crisis como el actual, cuando abundan las oportunidades y escasea la financiación. Es cuestión de seleccionar el actor bueno pero la oportunidad está ahí… para quien la quiera aprovechar.
¿Ha llegado la hora de las inversiones alternativas? Estamos muy pero que muy cerca de que así sea. Preparen, por tanto, el dinerete.
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