Cuando era pequeña mis padres siempre me decían: "Nosotros no pudimos estudiar porque no teníamos dinero. Hija, estudia para que el día de mañana no estés tan puteada como estamos nosotros". La niña le hizo caso y hoy, 24 años después, la ya mujer tiene una licenciatura en Comunicación Audiovisual, un máster en Periodismo, títulos de F.P.O., multitud de cursos y seminarios, muchas (demasiadas) becas en importantes empresas de España, un expediente académico brillante y está PARADA.
Sin embargo, hoy siento que el resultado de todo lo que he hecho en mi vida no ha dado sus frutos. No me cuadra la realidad y encima el peso de la culpa recae a mis espaldas. ¿Qué he hecho mal? Es una pregunta que no dejo de plantearme, sobre todo, cuando voy a buscar trabajo cada mañana.
La semana pasada intenté optar a través de la bolsa de empleo de mi municipio a un contrato de formación para auxiliar administrativa. El chico que me atendió me sugirió que estaba "sobrecualificada" para el puesto, tuve que hacerle otro currículum en el que mis estudios se reducían hasta bachillerato y los trabajos a aquellos temporales que desempeñé para costearme mis estudios: camarera, teleoperadora, promotora, azafata,... Empecé a redactarlo con lágrimas recorriéndome las mejillas, sentía que estaba borrando todos los méritos que había cosechado, sentía que cada vez que marcaba un éxito y una experiencia con el ratón y le daba al botón "supr" del teclado borraba parte de mi vida, de mis sueños y de mis ilusiones.
Todo lo que he estado labrándome para un futuro mejor, no ha servido para nada. No hay trabajo, no lo encuentro por ningún sitio. Estoy hastiada de ver como un país vacía a lo largo del día el saco de esperanzas con el millones de españoles salimos a buscar trabajo cada mañana. España, que tanto presumía de ser un país lleno de privilegios, defrauda y engaña a jóvenes "preparados" como yo, que llevo trabajando desde que tenía 16 años, sin tan siquiera darnos la más mínima oportunidad de demostrar nuestras aptitudes.
No puedo evitar un repentino sentimiento de odio e ira hacia ella por haberme usurpado las fantasías que alimentaron mi niñez, por despreciarme y no ser capaz de ofrecerme nada, ni tan siquiera una vía de escape, ante mi desolación y desesperación. Con un poco de suerte el próximo mes estaré de au-pair en Reino Unido cuidando niños en una familia que me ofrece cama y comidas a cambio de 60 euros a la semana. ¿Miedo? Ya no tiene sentido la palabra miedo, cuando ya nada puede perderse, se tiene todo ganado. Y si España no quiere saber nada de mí y si no le importa lo que puede pasarme, yo tampoco quiero saber nada de España. ¿Sabéis lo que me dicen ahora mis padres? "Si nosotros tuviésemos tu edad, también nos iríamos".
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario