Ensu momento, tiempos del primer felipismo, el presidente español por la mediación del secretario general de Presidencia, Julio Feo, contrató los servicios de un lobby norteamericano para que el primer viaje de su jefe a Estados Unidos tuviera algún eco en los medios de comunicación de aquel país. Intento inútil: la visita de González apenas cosechó un sueltecillo en algún periódico importante pero, eso sí, la agencia en cuestión se llevó un buen dinero. Ignoro si la estancia del sucesor correligionario de Felipe, Rodríguez Zapatero, se ha engrasado con alguna compra del estilo que relato; si ha sido así, aliento a los servicios correspondientes del Gobierno a que no le paguen un dólar a los presuntos intermediarios porque el todavía presidente, en su ruta yanqui, lo más que ha almacenado para su memoria es este estruendoso y patético titular de Wall Street: “Who’s Zapatero?”. En el lenguaje tosco y comercial de los tiburones financieros el mensaje no era más que éste: “Pero, ¿quién es este tío?”.
Los inversores no tragan
También, es la verdad, ha recibido una piadosa advocación: “Rezamos por España”, pero es de pensar que ésta no sea para Zapatero la mejor recomendación. Nadie en realidad se ha creído sus optimistas soflamas sobre la recuperación económica de España y ninguno de los tiburones de la inversión que le escucharon en Nueva York (¡y con qué caras, madre mía!) salió del opíparo desayuno preparado al efecto con la certeza de que, como en los tiempos de la euforia española, meter dinero y empresas en nuestro país fuera una excelente operación.
El optimismo presuntuoso de Zapatero suele consistir en dictaminar que o los demás son memos del haba o que es tanto su poder de convencimiento que hasta el dueño de Helados La Ibicenca llevaría sus polos a la Antártida después de escuchar los argumentos zapateristas. Los inversores que, mal o bien, le escuchaban en Nueva York no se han tragado ni la especie de que nuestro déficit va para abajo que enciende, ni que nuestra deuda ya se ha parado. Nada de nada. El Citigroup, sin ir más lejos, no anduvo por las ramas: “España no cumplirá los objetivos de reducción del déficit”. Otro de los llamados y famosos hedge funds de Wall Street sentenciaba por su lado: “Nadie ha variado sus expectativas después de escuchar a Zapatero”. Y es que estos bribones no están para bobadas del tipo: “La tierra no es de nadie, es del viento” o “La cuestión no es qué puede hacer Obama por nosotros, sino qué podemos hacer nosotros por Obama”. Éstos se juegan su dinero y no están para las florituras mentecatas de simuladores de cultura.
Sin crédito
Claro está que si los interlocutores neoyorkinos del aún presidente se pasaran un par de días en España conocerían hasta qué punto la catarata de buenas intenciones vertidas por Zapatero no se compadece con la más mínima realidad. Se conocería también de primera mano de qué es capaz este hombre con tal de permanecer en La Moncloa. Lo último, la voladura de la Seguridad Social. Aquí no damos crédito. Ya hemos venido explicando desde el jueves pasado las consecuencias económicas y sociales que implica el acuerdo de Zapatero con Urkullu –dos políticos que producen miedo manejando los millones de nuestras cotizaciones y pensiones–; por tanto, lo preciso es averiguar cómo ha encajado de verdad el presidente vasco, Patxi López, el pacto entre su jefe y el PNV. De entrada, pongámonos en este contrasentido: ¿en qué país normal se ha visto que el jefe del Gobierno nacional se ponga de acuerdo con la oposición para ningunear a un presidente regional de su mismo partido? ¿Hay quien dé más? ¿Se imaginan ustedes a Angela Merkel pactando con el SPD de, por ejemplo Baviera, a espaldas del presidente socialcristiano de ese Estado federal? Pues eso ha sucedido en España. A López le ha tratado Zapatero como a un conserje al que a última hora de la última reunión se le pide el último café del día. Está por ver qué ocurrirá de ahora en adelante con la efectiva coalición que el PSOE mantiene en el País Vasco con el Partido Popular. Es de esperar, aunque en España se puede esperar de todo, que el PP de Rajoy y Basagoiti no se avengan a aceptar en el Parlamento vasco la ruptura de la caja única de la Seguridad Social. Si así fuera, el próximo programa electoral de Rajoy no habría quien lo leyera.
Puro bochorno
Zapatero va de desmán en desmán y de chapuza en chapuza, cuando no de bochorno en bochorno como ha sucedido con dos de los acontecimientos que ha protagonizado su partido en estos días: Benidorm y Valencia. En la vicecapital del turismo español (la otra es Marbella) un tránsfuga socialista que hace un año se alió con un sujeto reprobable procedente del PP para robar a este partido la alcaldía local, ha vuelto al PSOE para, después de mil promesas y cientos de desmentidos, reencabezar la lista municipal para el próximo mayo. El desvergonzado ha contado en la repugnante pirueta con el apoyo de Leire Pajín, padrina de aquella ceremonia miserable de transfuguismo. En Valencia, a Antonio Asunción, que a estas horas estará ya arrepentido de haber regresado fugazmente a la política, le han madrugado los votos, le han pegado un pucherazo a la venezolana y le han enviado a casa con la conciencia de que nada se puede hacer contra los tramposos que toman un partido como si fuera el huerto privado de sus papás.
Este partido de Zapatero, el PSOE, es, naturalmente, trasunto exacto de la personalidad de su líder: relativismos, mezquindad, profesionalismo político de la peor especie y mantenimiento en el poder al precio que sea o “como sea”, términos en los que él se ha expresado con intolerable frecuencia. Para gentes como Teresa Fernández de la Vega cuando una realidad no gusta, se modifica y en paz. Y además se miente. Sin reparo, sin pudor alguno. En este mismo número encontrará información completa de la fidelidad que guarda la vicepresidenta al pueblo, Beneixida, donde de una forma irregular (por no añadir otro adjetivo que excite aún más a la Fiscalía contra la directora adjunta de este periódico y yo mismo) votó en las elecciones de 2008. Ni una sola vez ha vuelto por allí. Nada de nada de nada. Aún queda pendiente de aclarar –y hay que aclararlo sin duda– los detalles de la destitución de la ex directora general del Centro de Investigaciones Socialistas, antes Sociológicas, que en un alarde de honradez (“honestidad” es otra cosa señora De la Vega) se negó a manipular una encuesta oficial sobre intención de voto. De la Vega, con su simpatía habitual y su desparpajo falaz, trató de engañar en el Congreso. Nada nuevo bajo el sol.
Esto es lo que hay
Así son las cosas ahora mismo. Éste es el Zapatero y la compañía que todavía nos gobierna, o cosa así. En unos días tendrán que producirse, digo yo, cambios en el Gobierno. Pero en fin, da igual: ¿o es que Zapatero cuenta con alguien mejor que Corbacho?, ¿o es que Zapatero relevará a su protegida Trini si ésta resulta derrotada en Madrid? Puede estallar una bomba a su lado que él preguntará: “¿Se ha caído algo?”. Ya lo avisó hace tiempo con una declaración fatua, pretenciosa, una auténtica patraña. Lean para terminar: “Estoy a gusto conmigo mismo... Créanme, soy completamente transparente. Esto es lo que hay”. Sólo queda añadir: por la transcripción; no me queda aliento para más. ¡Uff!
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