viernes, 9 de julio de 2010

300.000 millones de euros la deuda de los PIIGS

Las cuentas las acaba de hacer el Fondo Monetario Internacional (FMI) y no dejan lugar a dudas. Los países con mayores problemas de deuda soberana, Grecia, Portugal, España, Italia e Irlanda -conocidos en la prensa anglosajona por el acrónimo PIIGS con un tono ciertamente peyorativo- tienen por delante unas necesidades de financiación antes de que acabe el año de unos 300.000 millones de euros.

Se trata de una cantidad verdaderamente colosal -el 30% del PIB de España- que deben captar en un contexto extremadamente complejo y competitivo. Los ‘cinco’ tendrán que rivalizar -sostiene el Fondo- “con las ingentes necesidades de refinanciación de EEUU, Reino Unido, Japón y otros países de la zona del euro”, también con cuantiosos déficit presupuestarios.

¿Y cuánto tendrán que emitir esos países en sólo seis meses? Pues nada menos que unos cuatro billones de dólares que vencen entre el tercer y el cuarto trimestre de este año. Una cantidad todavía más impresionante que explica los temores del FMI a que se reproduzcan las tensiones en los mercados de deuda soberana en la segunda parte del año. El informe recuerda que los diferenciales de los bonos españoles e italianos han seguido aumentando y ahora se encuentran en niveles más altos que a comienzos de año. Y todo ello ha sucedido pese a que hasta ahora el Banco Central Europeo (BCE) ha comprado unos 59.000 millones de euros en deuda pública de los países más afectados por la crisis de la deuda soberana

El nuevo Informe sobre la Estabilidad Financiera Mundial supone un jarro de agua fría respecto del último, publicado hace apenas unos meses. Básicamente por una razón. Los economistas del FMI temen que la crisis de deuda acabe por contaminar a la economía real, y ello supondría un frenazo en el camino hacia la recuperación. “Han aumentado”, sostiene el FMI, “las posibilidades de que surjan interacciones negativas con la economía”. Y para alcanzar esa conclusión invita a leer la actualización del World Economic Outlook de julio de 2010, donde se dice que “los riesgos que pesan sobre la recuperación se han agudizado mucho”.

Más restricciones al crédito

La tesis del Fondo es que el aumento de los riesgos soberanos “ha tenido una incidencia importante en la estabilidad financiera, dada la actual exposición de los bancos europeos a la deuda soberana”. O dicho en otros términos, el canal de transmisión de la crisis son ahora los balances de las entidades financieras, que han comprado en los dos últimos años grandes cantidades de deuda pública que ahora valen menos al estar incrementándose los tipos de interés (el precio de los activos se mueve en sentido inverso a la rentabilidad).

Las consecuencias para la economía real de ese proceso pueden ser demoledoras en unos momentos en los que la economía real necesita liquidez. “Hay indicios”, asegura el FMI, de que “el relajamiento de las normas de concesión de crédito de los bancos de la zona del euro se ha revertido en cierta medida y que se retorna a una tendencia restrictiva”. Es decir, la peor noticia para las empresas o familias que busquen financiación bancaria. Los economistas del Fondo no se andan con rodeos y recuerdan que en junio pasado las emisiones de empresas europeas fueron “particularmente anémicas”, incluso más reducidas que en el periodo que rodeó a la quiebra de Lehman.

Su conclusión es que “de continuar estas condiciones más restrictivas podrían empezar a tener un efecto significativo en la disponibilidad de crédito para las empresas”.

Pero no solamente eso. El FMI sostiene que se puede estar incubando una crisis que salte fronteras. “Los riesgos soberanos en algunas partes de la zona del euro” -asegura- “se han materializado y se han extendido al sector financiero de la región, con la amenaza de propagarse a otras regiones y de reactivar una interacción negativa con la economía”. El FMI dice, en concreto, que las exposiciones transfronterizas de los bancos son el vector de transmisión de los riesgos soberanos a los bancos, desde donde se propagan a los demás sistemas bancarios de la región y a otros lugares”. Y recuerda que aunque estos vínculos ofrecen ventajas de diversificación durante las etapas de prosperidad, se convierten en canales de contagio en situaciones de tensión.

La falta de detalles sobre los tipos de regulaciones o gravámenes que se aplicarán a los bancos y sobre el calendario de aplicación de las nuevas normas contables, en su opinión, está creando mayor incertidumbre entre los inversores.

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