Una crisis económica, un problema político
Sobra Hedonismo y Petulancia
Y falta Austeridad y Humildad
Quise ser periodista para viajar; pero al final algo debió fallar y he acabado siendo una especie de tecnócrata del periodismo económico. No me quejo. Ello me permite aprender todos los días y contar lo que sucede. Sin apriorismos y sin necesidad de echar mano de los célebres espejos deformantes que colgaban del Callejón del Gato, y que tanto asombraban a Valle-Inclán. Nací en Madrid en el mismo año en que Bardem estrenó Calle Mayor y soy Licenciado en Ciencias de la Información. He escrito un par de libros sobre el capitalismo español y trabajado en radio, televisión y prensa escrita. Y al final he descubierto que Internet es todo eso y algo más. Carlos Sánchez es subdirector de El Confidencial.
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Existe una frase de Keynes que debería esculpirse a fuego en el frontispicio del palacio de la Moncloa. Justo encima de las escalerillas donde Zapatero recibe a sus visitantes. No sólo para conocimiento del actual inquilino del palacio presidencial, sino también para futuros ocupantes. La rescató hace algunas semanas Robert Skidelsky, sin duda su mejor biógrafo.
Sostenía el maestro de Cambridge que en política -y también en el mundo académico- algunas personas parecen inferir que “se puede hacer crecer la producción y los ingresos aumentando la cantidad de dinero”. Y continuaba, “pero eso es como intentar engordar comprándose un cinturón más grande”.
En España, hoy al cinturón es lo suficientemente largo no sólo para cubrir la panza, sino que además le sobran varios agujeros. Probablemente tantos como tiene el propio cinturón. Sobra de todo, como decía hace algún tiempo el profesor Ontiveros. Sobran fábricas de cemento, sobra maquinaria, sobran oficinas bancarias, sobran coches, sobran autopistas, sobran pisos construidos y sin habitar… En una palabra, sobra casi el 30% de la capacidad productiva que está inutilizada.
Sólo este dato explica que el ajuste vaya a durar mucho más tiempo de lo que hubiera sido razonable si hace ya algún tiempo Moncloa hubiera observado que el problema de fondo de la economía española no era la cantidad de dinero en circulación (el cinturón) ni mucho menos la capacidad de endeudamiento del Estado (el número de agujeros), sino la producción y el volumen de gasto.
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