Juntos forman el triángulo perfecto sobre el que descansa el universo Inditex. Muy a su pesar, Amancio Ortega, el creador del gigante textil, es la cara conocida de la compañía a pesar de su aversión a figurar en público. Las otras dos personas que completan el núcleo duro del hombre más rico de España son su esposa, Flora Pérez, con quien lleva casado 25 años, y su asesor personal y hombre de confianza, José Arnau, más conocido por su nombre de pila, Pepe, que lleva junto al empresario gallego casi otras dos décadas. A la derecha y a la izquierda del creador del fenómeno Zara, ellos son los pilares ocultos sobre los que se apoya el empresario más admirado de este país.
Si detrás de cada gran hombre hay una gran mujer, detrás de una persona de éxito suele haber al menos otra de máxima confianza. En el caso de Amancio Ortega, a las puertas de los 75 años, el último tercio de su vida transcurre paralelo junto al de dos personas en concreto, tanto en lo afectivo como en lo profesional. Dos apoyos necesarios para descargar tensiones y compartir preocupaciones. La primera y fundamental es Flora Pérez, la mujer con la que decidió emprender una nueva vida familiar a mediados de los 80. La segunda es su administrador personal de su fortuna, el reposado asesor fiscal que guarda y mima una fortuna de cerca de 20.000 millones de euros.
Discreta y sencilla, Flora Pérez consigue pasar desapercibida a ojos de la mayoría, aunque no para aquellos que trabajan dentro del corazón de Inditex. Una de sus virtudes es conseguir hacer una vida normal a pesar de ser la mujer de uno de los diez hombres más ricos del planeta. No se la conocen lujos ni excentricidades. Vive a medio camino entre la casa familiar que tienen en La Coruña, por la zona de El Parrote, y un pazo en el campo, y es muy fácil que cualquier despistado pueda cruzarse con ella en los aledaños de la Plaza de Maria Pita, compartir peluquería o comer mesa con mesa en uno de los restaurantes del paseo marítimo de Riazor sin darse cuenta de quién es.
Sin embargo, las apariencias engañan. A lo largo del tiempo, Flora Pérez ha ido jugando un papel más importante dentro de la estructura de Inditex. Sobre todo en lo que se refiere a la trastienda, según explica una persona de su entorno. Desde hace más de una década, dos de sus hermanos, Jorge y Oscar, ocupan puestos de responsabilidad en el segundo nivel directivo del grupo. Ella nunca ha dado ese paso. Sin embargo, en 2004 entró a formar parte del consejo de administración de la compañía, condición por la que ejerce de única representante familiar en la junta general de accionistas que se celebra cada año, una de las pocas fechas en las que se deja ver.
Amancio prefiere evitar esas situaciones, incluso jornadas festivas como el día de la salida a bolsa de la compañía. Los focos no son para él, ni tampoco para ella, más allá de los momentos que se dejan ver cuando acuden a los concursos que se celebran en Casa Novas, el complejo hípico de categoría internacional que levantaron para uso y disfrute de su hija Marta. En los actos oficiales, la presencia de Flora nunca ocupa un papel protagonista, lo que no implica que no mantenga relaciones sociales con la flor y nata de la sociedad coruñesa, como ocurría con la recientemente fallecida Condesa de Fenosa, una de las mujeres con más ascendente en Galicia.
El discreto encanto de ser inspector de Hacienda
Para describir a José Arnau bien pueden repetirse muchos de los adjetivos dedicados a la pareja formada por Amancio y Flora. Reservado hasta parecer invisible, quienes conocen a este inspector de Hacienda en excedencia dicen de él que es una persona seria y responsable, además de bastante normal. Antes de desembarcar en Inditex como responsable fiscal, Pepe Arnau ocupó la presidencia del Tribunal Económico-Administrativo Regional de Galicia, de donde partió para caer en las redes de Amancio Ortega, su trabajo primero consistió en poner orden en la empresa para luego pasar a guardar y administrar el ingente patrimonio acumulado por su patrón con el milagro Inditex.
Gallego como su jefe, a quien representa en el consejo del Banco Pastor, Arnau hace gala de un trato exquisito, además de una modestia propia de los de la tierra. Hasta hace poco más de cuatro o cinco años, el apoderado de Ortega despachaba en Madrid en la habitación de un hotel cuando venía a cerrar alguna operación importante. Sólo cuando el volumen de trabajo fue ya demasiado elevado se atrevió a instalarse por el centro de la capital con una oficina propia, en la Calle Pedro de Valdivia. Pero casi a regañadientes, porque su máxima es que para cerrar cualquier transacción, en su caso siempre desde el lado comprador, en donde hay que estar es en casa del vendedor.
Durante su carrera al frente de Inditex y, por extensión, en su patrimonial Pontegadea, Ortega no ha temblado a la hora de prescindir de colaboradores muy cercanos. El ejemplo más claro fue la salida de José María Castellano, el que fuera su consejero delegado y motor durante años hasta que Inditex se hizo grande y cotizó en los mercados, como también le ocurrió a Juan Carlos Rodríguez Cebrián, el sobrino político del forbes gallego. De igual manera ha ocurrido en su oficina familiar, donde ha rotado a su gestor de sicav (Alfredo Fernández) o a su hombre para el negocio inmobiliario (Julio Díaz) después de agotar determinados ciclos.
Esta semana, el propio Amancio Ortega sorprendió a propios y extraños anunciando su relevo al frente de Inditex en favor de Pablo Isla, su vicepresidente y consejero delegado, que lleva cinco años dentro de la compañía. Ni siquiera para un paso tan importante el factor familiar ha pesado sobre los aspectos profesionales. Además, su hija Marta, de solo 27 años, es aún joven para asumir responsabilidades que no se corresponden para su edad. Su futuro dentro de la compañía está aún por decidir, aunque siempre que los dos pilares del empresario gallego estén al mando, el sello del empresario gallego estará presente.
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