domingo, 25 de abril de 2010

La crisis económica, lejos de haberse superado

La crisis económica, lejos de haberse superado

La realidad aparece como diferente de lo que pretende mostrar el FMI. El panorama de Grecia es abrumador y muy dudoso el de Portugal. Los países desarrollados tienen hoy niveles de deuda extraordinarios. EEUU propone una reforma financiera integral.
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La crisis económica, lejos de haberse superado
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sábado, 24 de abril de 2010

Subestimar la realidad no suele ser la mejor manera de ordenarla. El FMI anunció exultante esta semana que ya ve la luz al final del túnel lo que se traduce en que la economía global se ha recuperado de la recesión más rápido de lo esperado con un crecimiento de 4,2% sobre el 3,9% estimado.

Eso lo informó en medio de, y pese a, un abrumador panorama en Grecia y muy dudoso en Portugal que amenaza con derivar en un desastre de tamaño incomparable, aun por encima del cataclismo de 2008 que desató la quiebra de Lehman Brothers.

El informe del Fondo muestra sólo una parte de la realidad, la que desde la cumbre del G20 de Londres en 2009 evalúa que la pesadilla esta revirtiendo. Sucede sí en ciertos números macro, y la sonrisa se mantendrá en tanto no se observe toda la película, incluyendo las consecuencias sociales del jarabe recetado. La realidad, ciertamente, es mucho más compleja de lo que pretenden quienes la simplifican.

Un funcionario del propio FMI, José Viñals, gerente del departamento de Capital Markets del organismo, evaluó recientemente que "los países desarrollados tienen hoy niveles de deuda iguales a los que habían acumulado como consecuencia de la Segunda Guerra, pero esta vez sin guerra".

Ese endeudamiento se formó en los esquemas de salvataje a los bancos en algunos casos, como las potencias europeas, o por la especulación y la picardía de la creatividad financiera en otros, como Grecia. Gran Bretaña, entre los grandes, carga con la segunda deuda en tamaño del mundo después de Japón, reveló The New York Times.

La solución a esos desequilibrios no pasa sólo por el ajuste que puede menos que solucionar agravar el cuadro. La posibilidad de extirpar el problema es directamente proporcional a la de transformar el sistema que lo hace posible.

Barack Obama ha comenzado a golpear los campanarios esta semana, para impulsar una reforma financiera profunda detrás de la idea de un Estado que vigile y reprima la especulación. Que esta iniciativa no brote desde vecindarios de izquierda política, sino desde la oficina de Gobierno de la mayor potencia imperial es un dato que no debería subestimarse.

Revela los pujos en la estructura del poder mundial para atenuar el efecto depredador contra la misma capacidad de acumulación que provoca el riesgo ilimitado de los mercados. El propio FMI ha determinado que en esta crisis los bancos han perdido hasta 2,3 billones de dólares (millones de millones).

Las previsiones de la Oficina Presupuestaria del Congreso norteamericano, recordaba Paul Krugman, indican que entre 2010/ 2013, "sin contar las pérdidas que ya hemos sufrido, la diferencia entre lo que la economía podría haber producido y lo que produce, será de más de dos billones de dólares. Eso son billones de dólares de potencial productivo tirados por la borda", escribió.

Esos números tienen un correlato social. En Europa, pero también en EEUU, crece la intolerancia contra todo lo diferente, en especial los inmigrantes. Arizona acaba de aprobar una ley de neto contenido racista que convierte en delincuentes posibles de ser arrestados a quienes sean ilegales.

Estas reacciones son emergentes de sociedades frustradas por la crisis económica y que creen que recuperarán su sitio histórico con cuotas de fundamentalismo. El desempleo en ese estado ha aumentando los últimos meses hasta 9,6%, similar al promedio nacional, que involucra a 15 millones de desocupados. Hace dos años, apenas antes de la crisis, el desempleo norteamericano era de menos de 5%.

Volvamos a la regulación. Goldman Sachs, el banco de inversión que acaba de ser acusado de fraude por su papel en la transa de hipotecas basura que creó esta calamidad social, fue también el que ayudó a Grecia a maquillar sus números presentando sus préstamos como si fuesen intercambios de divisas.

Un procedimiento similar al que coronó las mayores quiebras de la historia del capitalismo en el primer gobierno de George Bush con el colapso de la energética Enron y la de telecomunicaciones World Com que informaron a la Bolsa sus pérdidas como ganancias. El colmo de la creatividad financiera.

El financista húngaro George Soros, da uno entre otros ejemplos sobre lo que el Estado debería impedir o al menos supervisar. Se trata de unos complejos instrumentos derivados de las hipotecas existentes pero que son clones que se mimetizan con los originales. Esos papeles salen a mercado pero no sirven para financiar compras de viviendas, o reunir capital.

No sirven para nada, sólo para generar pagos y comisiones fondeados en bienes que no son propios, ni alquilados, ni prestados, que están en algún sitio en el limbo financiero. La deuda de Grecia se reconoce en ese mundo de facilismos. Y ahora es la gente la que debe pagar la factura.

Es posible que se desconozca que el FMI, que convence sobre que la economía global mejora, en un documento oficial acaba de definir la pesadilla griega como el inicio de una "nueva fase" de la crisis global. En los días que vienen el drama de ese país tendrá tonos cada vez más intensos.

La ayuda que Europa y el Fondo prometieron de 45.000 millones de euros, no ha dejado el terreno teórico y aún así sería un pequeño salvavidas. La deuda griega es de 125% de su PBI y Atenas requeriría el doble, 80 mil millones de euros para aflojar las manos de su cuello dice Axel Weber, presidente del Bundesbank.

Pero si no llega a esos niveles, igual necesitará 50 mil millones de piso cada año del próximo lustro. Para algunos analistas la solución es una suspensión de pagos ordenada; un default con aviso previo, que reduzca las obligaciones a la mitad y castigue también a los bancos que prestaron irresponsablemente.

"Frau No" se toma la cabeza en Berlín ante la ocurrencia. No es sólo por las pérdidas que causaría a la banca alemana, o por la degradación de los pactos que comprometieron las metas de integración de la Unión Europea. Angela Merkel sabe que esta bola también fue hinchada en otros países que hacen cola detrás de Grecia para golpear en los portales de Alemania. Y que tarde o temprano se pintarán la cara. CC Por Marcelo Cantelmi - Especial para Los Andes

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