domingo, 25 de abril de 2010

España se salva por Ahora: Sólo por ahora

La primera crisis del euro
España se salva (de momento)
Los inversores confían en la calidad de los títulos del Tesoro

LUCÍA ABELLÁN - Madrid - 25/04/2010

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La frase "España no es Grecia" ha hecho fortuna entre políticos, analistas, incluso representantes de organismos internacionales en los últimos tiempos. Los mercados, de momento, se lo creen y permiten financiar a buen precio el creciente volumen de deuda necesario para capear la crisis. Pero la partida no está ganada. Con un déficit que figura entre los más abultados de la Unión Europea, la estrecha dependencia de capitales foráneos y un desempleo que enfría los ánimos de recuperación, España ha de esforzarse cada día para superar la estricta vara del mercado.

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Lo más preocupante es el peso del capital foráneo en la deuda pública y privada

La principal señal de alarma proviene del elevado déficit y, sobre todo, del ritmo vertiginoso al que ha evolucionado. De exhibir un superávit fiscal del 2,2% del producto interior bruto (PIB) en 2007, las cuentas públicas se han deteriorado hasta presentar un desequilibrio del 11,2%. En sólo dos años las boyantes arcas del Estado han perdido el 36% de los recursos, el mismo nivel en el que se han disparado los gastos. Es decir, el Estado ha atendido muchas más necesidades con bastantes menos recursos.

La principal factura sobrevenida ha sido la del paro. Con 30.000 millones de euros presupuestados para 2010, esta partida se ha duplicado con creces en dos años y constituye la segunda más onerosa de las cuentas estatales después de las pensiones. De ahí la atención con que los analistas miran el desempleo español para evaluar la salud de las cuentas públicas y las posibilidades que tienen de una pronta recuperación. De momento, las cifras no dan para grandes alegrías. La tasa del 19% prevista para este año y del 18,4% para el próximo no aliviará a corto plazo la tensión presupuestaria.

Con todos estos compromisos, el porcentaje de déficit español no dista tanto del griego, que ahora ha vuelto a revisarse al alza hasta el 13,6%. La clave que ha salvado a España de convertirse en Grecia es el nivel de deuda, muy inferior al de la eurozona. El conjunto de las administraciones públicas soportaba un 36% del PIB cuando estalló la crisis. Con los estragos de la Gran Recesión, esa cifra aún está en niveles asumibles, pero escalará hasta el 74% en 2013, con la consiguiente losa por el pago de intereses.

Hasta ahora, el Gobierno no ha tenido problemas en colocar la deuda entre los inversores. Los intereses que el Estado abona a quienes la adquieren figuran entre los más bajos de la historia, señal de que los inversores confían en recuperar su dinero. En la última subasta, el bono español a 10 años se pagó al 3,8%, una cifra muy alejada del 8,6% que se le exige al griego. El diferencial del español con el alemán, el que sirve como referencia para medir el vigor del resto, se acerca a 92 puntos básicos (100 puntos básicos es un punto porcentual). Aunque esa brecha ha crecido en los últimos días debido al castigo de los mercados a los países más vulnerables, la cifra se aleja de los 559 puntos de diferencial imputable al bono griego.

La debilidad se acrecienta cuando se suma el endeudamiento privado. Lo que deben las empresas, las familias y el Estado en su conjunto ronda el 400% del PIB, según estimaciones de Analistas Financieros Internacionales. Lo más preocupante es el excesivo peso de los capitales foráneos en ese endeudamiento. Para financiar el crecimiento en los últimos años (y ahora los remedios a algunos excesos), España ha pedido dinero al exterior por casi el 170% de su PIB, algo más que Grecia, según datos del FMI. No obstante, países como Francia, Dinamarca, Austria y Bélgica registren niveles superiores.

El sector financiero, otro elemento que escrutan los mercados, ha sorteado hasta ahora la catástrofe, pero el FMI alerta de que si los activos inmobiliarios se siguen depreciando y el paro alcanza a uno de cada cuatro activos, bancos y cajas (sobre todo éstas) necesitarán 22.000 millones de euros. Otra factura con visos de incorporarse -aunque finalmente se recupere- a la creciente deuda pública.

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